jueves, 6 de diciembre de 2007

el mejor concierto del año 2007









Por fin llegaba la hora de este concierto anunciado hace tanto tiempo atrás. Finalmente el miércoles 5 de diciembre, con 50 mil personas repletando el Estadio Nacional, veía como The Police se tomaba el recinto, nos daba una muestra de lo mejor de su repertorio y confirmaba los comentarios de un recital definitivamente imperdible.
Pero en este encuentro el trío británico no era el único invitado, pues en el cartel aparecía la figura de Beck, que se presentaba como un telonero de lujo y que luego de su actuación, dejaba la sensación de que bien podría plantarse en el escenario a realizar un show completo y a la medida de lo que es su música.
Algunos esperaban con ansias el show de reunión de Sting, Stewart Copeland y Andy Summers, pero otros, por otra parte, y sin más remedio, acudieron a ver al norteamericano Beck en el coliseo ñuñoíno, un recinto que si bien no acoge las necesidades de la puesta en escena del músico, sirvió para que las distintas generaciones que se encontraban pudieran presenciar el recital de uno de los artistas más renombrados de los últimos años.
Con una banda de apoyo de lujo, encabezada por el productor, socio y colega en el crimen de Beck, Nigel Godrich, el multifacético muchacho de California realizó una especie de recorrido por sus grandes éxitos, tocando principalmente los singles de “Odelay” hasta “The Information”. Y aunque, sin dejar los prejuicios de lado, se esperaba que el público del Nacional no reaccionara en lo absoluto frente a la propuesta del angelino, al final más de alguna vez logró que toda la audiencia del Nacional se uniera a más de algún estribillo.
El show de Beck estuvo dividido en tres partes. Con un comienzo energético, y justo a las 21:00 horas –tal como decía en la entrada, lo que terminó beneficiando tanto a los artistas como a los mismos asistentes, para que nadie se perdiera un instante del show- la lista de temas fue iniciada con ‘Devil’s Haircut’, de su imperdible álbum “Odelay”, frente al cual el público lo recibió con una calurosa y respetuosa bienvenida. Tras eso, ‘Black Tambourine’ daba muestra de un Nigel Godrich que disfrutaba cada nota del tema, bailándolo, o tocando el pandero o el teclado, y quien, por momentos, se convirtió en parte del show al igual que el melenudo bajista que formaba parte del grupo.
Tras unos minutos, vino la segunda parte, introducida por un cariñoso saludo de Beck, en el cual mencionó que le había gustado mucho Santiago y que pensaba venir a quedarse, o al menos volver a tocar. Aquí vino la melancólica sección de “Sea Change”, en donde interpretó ‘Sunday Sun’, ‘Paper Tiger’, y la dolorosa ‘Lost Cause’. Y ahí dejaba más que en evidencia que Beck es un auténtico amante de la música pop, pero aquella hecha con jugueteos, con experimentación, con ritmos incalculables pero más que nada con pasión.
Para finalizar, el norteamericano sacó otros de sus temas insignes, ‘Where It’s At’, el cual fue acompañado con los aplausos de casi todo el Nacional, que a su vez cantaba “I got two turntables and a microphone” y la ineludible ‘Loser’, que fue iniciada con un blues eléctrico à-la-Beck y que terminó por encantar a las más de 50 mil personas, para cerrar con ‘E-Pro’ que fue entonado por un gran número de asistentes. ¿Pudo haber sido mejor? Claro, si se hubiera contado con un lugar apropiado para el verdadero show de Beck, que incluye sus marionetas, pero esta opción de poder presenciarlo en un establecimiento de gran magnitud, con la versatilidad de sus estilos, obviamente no pudo pasar inadvertida.
Tras el show de Beck y con parte del público pidiendo la salida de The Police, la espera se hacía interminable hasta que unos minutos pasadas las 22:30, Stewart Copeland y su gigante gong Paiste, Andy Summers y Sting comenzaban los primeros acordes de ‘Message in a Bottle’. Mientras, el público, que abarcaba todas las edades y generaciones -ni tan apagado ni tan eufórico- se dejaba llevar por uno de los clásicos de la banda. Algo que siguió su curso con ‘Sinchronicity II’ -con el escenario iluminado con los colores del disco del mismo nombre-, tras lo cual Sting presentó a la banda y saludó al público chileno.
Antes de seguir este comentario, creo que un tema importante es esto de dividir la cancha en dos partes. Nunca he estado de acuerdo con eso de que los que paguen más estén más cerca de los artistas, pues eso siempre ha sido el espacio que tienen los fans más acérrimos para hacer sentir su devoción. Y creo que eso, a la larga, se nota durante el show, pues no necesariamente los que tienen más dinero son los más eufóricos y entregados al recital. En fin, sigamos con lo que nos convoca…
Las pantallas presentaban una calidad de imagen inigualable y las tres ubicadas al fondo del escenario no le perdían la pista a los músicos que se despacharon una tremenda versión de ‘Walking on the Moon’. Luego, Sting interactuaría algo más con el público con una frase que venía repitiendo en sus últimas presentaciones: “Hay 50 mil personas aquí esta noche, entonces hay 100 mil manos”, dijo el rubio bajista y el público comenzó a aplaudir para dar paso a ‘Voices Inside my Head’ que, como sería la tónica a lo largo del recital, contó con un extenso y correcto solo de guitarra cortesía de Andy Summers.
Luego sería el turno de una -a mi juicio- algo apagada ‘Don’t Stand so Close to me’ y después una dupleta de lujo, ‘Driven to Tears’ y una rockera versión de ‘Hole in My Life’. A estas alturas el trío ya se había apoderado del escenario y demostrado que lo de esta noche se venía en serio. Summers dejaba su Fender Stratocaster y con una Telecaster en mano daba el inicio a la rockera ‘Truth Hits Everybody’ que, a la postre, sería el preludio ideal para otro clásico del trío: ‘Every Little Thing She Does is Magic’, que era coreada y disfrutada al máximo por el público.
Más tarde sería el turno para que Stewart Copeland luciera todas sus cualidades -si es que a estas alturas su forma de tocar los tambores no hubiese bastado- que lo han convertido en uno de los bateristas más admirados y reconocidos de todos los tiempos. De pie junto a un set de percusiones y el ya mencionado gong, comenzaba una ondera versión de ‘Wrapped Around Your Finger’, que sacaba aplausos para Copeland y donde Sting y Summers hacían un sugerente juego de miradas mientras el blondo vocalista interpretaba esta canción… gran momento del recital.
Así, ‘De Do Do Do De Da Da Da’ fue coreada a más no poder por los asistentes, mientras que ‘Invisible Sun’ explotaba los recursos visuales en las pantallas con imágenes de niños de todo el mundo. Por su parte, ‘Walking in your Footsteps’ servía de relajo para lo que vendría, pues la versión de ‘I Can’t Stand Losing You’ fue rockera al máximo, con un final repleto de intensidad y que no dejó ninguna duda de que cuando se lo plantean, los Police rockean como los mejores… excelente. Y cerrando la primera parte del show, uno de los temas más conocidos -sino el más popular- del conjunto… ‘Roxanne’ y un Sting lleno de sentimiento se tomaban la noche que aún esperaba por más…
Claro, porque el paso de The Police por Chile no podía quedar ahí, pues aún había una serie de clásicos que tenían que ser interpretados. Por ello, cuando la banda dejó el escenario, era obvio que habría algo más y así lo hizo sentir el público, que no se movió un milímetro de su posición hasta que el trío estaba de vuelta. Y lo que siguió vendría a coronar este gran espectáculo, pues con Copeland nuevamente en las percusiones y haciendo las mismas notas de la guitarra en un set de platos, la grandiosa ‘King of Pain’ habría los fuegos y pegada a ella surgía una extendida ‘So Lonely’, donde el propio Sting reconoció la calidad de showman de su baterista, reemplazando uno de sus versos -‘Welcome to this one man show’- por ‘welcome to the Stewart Copeland show’… y con ello, la ovación de los asistentes.
Cerrando la actuación fue el turno de un imperdible… ‘Every Breath you Take’ fue un verdadero éxtasis y la coronación de una noche inolvidable, con el trío en plena forma y un Sting sólido en las voces… como si el tiempo no hubiese pasado por sus cuerdas vocales. Tras esta canción, Copeland y Sting abandonaron el escenario, pero Summers se quedó recibiendo la ovación del público y payaseando para que sus compañeros de banda volvieran a escena… después de unos momentos bien divertidos, donde incluso simuló tropezarse y llamaba con la guitarra a los demás músicos, el trío se completó para entregarnos una demoledora ‘Next to You’. Aquí, la banda ya se mostraba de lo más suelta en el escenario: Sting bailaba moviendo sus piernas, Copeland aporreaba la batería y Summers hacía lo propio con su guitarra… excelente final que no hizo más que dejarnos aún más arriba y prendidos con un show que no decayó casi en ningún momento.
En resumen, podemos decir que la banda se mostró sólida y compenetrada arriba del escenario. Stewart Copeland sigue siendo el baterista imparable al que estamos acostumbrados; Summers nos deleitó con su clásico sonido de guitarra y Sting… ¡qué más se puede decir de este personaje! Se ve que se siente a sus anchas arriba del escenario, paseándose de un lado a otro cuando la ocasión lo permitía, jugueteando con Summers en los solos de guitarra, sacándole un extraordinario sonido a su bajo Fender, presentándose como un verdadero rock star y rockeando de gran forma y por sobre todo, mostrando un excelente estado físico y con una voz prácticamente intacta que permitió revivir estos 19 clásicos de la banda sin ningún inconveniente… era cosa de cerrar los ojos y transportarse a fines de la década del 70.
Sin duda uno de los mejores espectáculos del año. The Police selló su paso por Chile y, definitivamente, no es algo que se olvidará fácilmente porque su show y el trabajo visual y de luces que presentó el conjunto, fue un complemento perfecto para quedar conformes y agradecidos por la entrega de la agrupación que, en poco más de 100 minutos de música, dejó una huella imperecedera en la bitácora de shows internacionales… excelente.

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